Washington, 24 dic (Prensa Latina) El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, parece tener hoy entre ceja y ceja el símbolo de la expansión territorial y sus deseos de apoderarse del Canal de Panamá y Groenlandia lindan con el absurdo.
Bastante revuelo armó desde que el fin de semana en su plataforma Truth Social escribió que, durante su próximo mandato podría exigir que el Canal de Panamá regrese a manos de Estados Unidos (que lo controló hasta el 31 de diciembre de 1999).
Ignorando por completo la soberanía de la nación istmeña sobre esa vía interoceánica, el exgobernante amenazó con que el «Canal de Panamá nos sea devuelto, por completo y sin ninguna pregunta».
La idea la remarcó el domingo durante un evento de jóvenes conservadores celebrado en Arizona, pero las cosas no paran ahí porque también Trump sugirió la semana pasada que podrían absorber a su vecino Canadá y sencillamente convertir a ese país en el estado número 51 de la Unión Americana.
Igualmente, resurgió su deseo de apoderarse de Groenlandia, un territorio danés autónomo entre los océanos Atlántico Norte y Ártico.
Según dijo Trump, tener la propiedad de Groenlandia es una «absoluta necesidad» para «propósitos de seguridad nacional y libertad en todo el mundo», mientras el Canal de Panamá es «vital» para la economía nacional.
Durante su campaña electoral el republicano no habló del canal, de manera que su equipo se pregunta por qué razón surgió ese repentino interés.
«Bienvenidos al Canal de Estados Unidos», publicó Trump en Truth Social, junto con una foto de una bandera del norteño país navegando por la vía fluvial.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, y el primer ministro groenlandés, Mute Egede, respondieron a las declaraciones de Trump. «No es negociable», subrayó uno y «Groenlandia es nuestra. No estamos a la venta ni nunca lo estaremos», enfatizó el otro.
En 2019, durante su primer mandato, Trump intentó adquirir la isla, lo cual provocó tensiones diplomáticas con Dinamarca y llevó a la cancelación de una visita oficial a Copenhague.
Groenlandia ha sido, históricamente, un punto estratégico para